"En lugar de abandonarlo todo, tengo que aprender a abandonarme en todo" Miguel Oscar Menassa "La verdad es que todavía puedes hacer lo que dices que la vida no te permitió, lo que dices que tus circunstancias te impidieron". Amelia Díez Cuesta.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Ponencia en el XVI Congreso Internacional Grupo Cero sobre “Clínica psicoanalítica”.

Tres posiciones ante el deseo: Deseo prevenido (Fobia), deseo insatisfecho (Histeria) y deseo imposible (Neurosis Obsesiva). Marta Herráez González


“Lo real para el ser parlante es que se pierde en alguna parte, en la relación sexual. Nadie se plantea esto, nadie, antes de Freud ya que se trata de la vida misma de los seres hablantes, si Freud centró las cosas en la sexualidad es porque en la sexualidad el ser parlante balbucea. Porque se da cuenta que hay una cosa que se repite en su vida, siempre la misma y que esa es su verdadera esencia ¿Qué es esa cosa que se repite? Una cierta manera de gozar.” Jacques Lacan conferencia de Louvain en 1972

Voy a trabajar algunas diferencias en la producción de síntomas de tres estructuras clínicas, abarcadas por Freud bajo el nombre de Neurosis de Transferencia -Fobia, Histeria y Neurosis Obsesiva ¿Por qué de Transferencia? Porque son entidades descubiertas en la labor psicoanalítica, es decir después de poner en juego la escucha analítica, bajo transferencia. La escucha analítica es escucha de aquello que nos estructura como sujetos psíquicos, ¿Qué es lo que nos estructura? la sexualidad infantil, la que se reprime, aquella sexualidad que se olvida, el deseo sexual infantil reprimido. Y es precisamente este deseo el que está en juego en estas neurosis. Lo que quiero decir con esto es que hay cosas que sólo se pueden decir en análisis, en el sentido de que sólo es ahí donde se escucha. Uno puede hablar de algo que aunque parezca un pensamiento cotidiano, una frase de todos los días, si escuchamos teniendo en cuenta las leyes del inconsciente puede ser un pensamiento reprimido, puede estar condensado, puede estar desplazado. De hecho hay neuróticos que se sienten curados para evitar expresar todos los pensamientos que expresarían en el análisis, o para evitar que se les escuche de cierta manera.

Tomemos la transferencia como puesta en acto de esta realidad inconsciente del paciente (del deseo inconsciente) y tomemos la experiencia psicoanalítica como el único lugar donde se puede poner en acto dicha realidad, por ser en el único lugar donde se escucha. Realidad inconsciente como algo que por ser estructura insiste, tendencias reprimidas que tienen un impulso a la repetición y esto es lo que se trata de escuchar, lo q se repite. Uno va repitiendo diversas formas de satisfacción, o visto de otra manera siempre tenemos viejas modalidades cuando nos acercamos a lo nuevo, en vez de verlo como algo nuevo, incapaz de ser encajado en nada, lo pasamos por el filtro de lo que ya conocemos. En este hacer vemos dos cualidades la repetición y como una resistencia a cambiar de posición, de parecer, en el sentido de hacer viejo lo nuevo. Precisamente cada uno se resiste a su deseo, si te resistes a escribir es porque lo deseas mucho, pero el deseo ha de ser analizado, porque si no en ese ir y venir laberíntico perdemos la vida, un deseo no analizado no es nada, no se puede hacer nada con él, no se puede transformar. Y si hemos dicho que la transferencia era la puesta en acto de la realidad inconsciente, siempre se va a presentar como resistencia, ya que uno nada quiere saber de esa realidad inconsciente, y esto no es un capricho, esto es estructurante, forma parte del trabajo psíquico, -no hay sin resistencia-. Y en contraposición a lo que se piensa comúnmente, somos hechos para no ser influidos por nada, sobre el mecanismo psíquico no se puede influir, funciona como funciona con sus leyes y no puede ser de otra manera. La resistencia es señal de que algo te incumbe, te implica. Estas Neurosis de Transferencia son llamadas también Neuropsicosis de Defensa, junto con la psicosis, es decir tienen en común que se defienden de algo, de algo que les resulta intolerable. Y según que mecanismo utilizan para defenderse así va a ser la estructura. Aunque el deseo inconsciente no es articulable, no se puede pronunciar, sólo es accesible a través de la palabra articulada, ya que tiene la misma estructura del lenguaje, se desplaza, se condensa. Sólo acontece cuando el sujeto habla sin saber, cuando acepta que hay un saber que no radica en un conocimiento sino en el hecho de ser un sujeto hablante, un saber inconsciente en él, y que es sólo cuando se deja hablar cuando puede surgir, por lo tanto es un sujeto “sujeto” a la palabra. Palabra como materialidad del inconsciente. Las tres neurosis utilizan el mecanismo de la represión, es decir hay algo de la realidad que les resulta intolerable, y se defienden ante ello, esa es la situación inicial de la neurosis, pero eso no es la neurosis misma sino que fracase la represión, es decir aquello que debería mantener el olvido, lo mantiene en este caso un síntoma. Y no es el síntoma lo que está en juego, sino que el síntoma es una elaboración de lo que está en juego, que es esa estructura, esa posición ante el deseo del que te defiendes, por eso al síntoma hay que dejarle hablar y no taparle. La represión es un mecanismo del psiquismo, necesario, es necesario que ciertas cosas queden en el olvido, precisamente esa sexualidad infantil. Si esa represión no se lleva a cabo adecuadamente, surge el síntoma entendido por lo tanto como algo que soluciona el fracaso de la represión. El mecanismo de la represión lo que hace es separar eso que le resultaba intolerable de la realidad, de su afecto, del sentimiento que le produce. Y traigo una frase de Lacan que pronunció en la misma Conferencia del epígrafe, porque creo que desmitifica ciertas ideas que se tienen sobre el ser humano y sobre el análisis en el afán de hacerlo algo que sólo toca a unos cuantos “Las heridas psíquicas más violentas surgen siempre en el interior de colectividades aparentemente sometidas a la mayor normalidad” es decir, no vamos a hablar de cosas extravagantes, ni de defenderse de cosas impensables, sino de cosas que nos pasan a todos, y a las que hay que prestarle atención, fijaos, dice heridas psíquicas más violentas. El deseo esencial infantil, es un deseo de incesto, es un deseo por la madre, que nunca puede ser satisfecho, porque justamente la satisfacción de dicho deseo sería la abolición del mundo de la demanda, que es el que estructura el inconsciente del hombre. Hay una demanda inconsciente que persiste en el sujeto, y que se articula en un decir. Por eso en psicoanálisis no se trata de hacerle preguntas, se trata de ver qué pregunta es la planteada por ese sujeto, qué demanda. Es del orden de abrirse a las preguntas a uno le trabajan. En ese sentido la neurosis se puede tratar como una pregunta del sujeto planteada a nivel de su existencia. Y si nos detenemos en el concepto abolir, se define como derogar, dejar sin vigencia una ley, un precepto. Precisamente es la función padre, el Nombre del padre, el que viene a instalar la ley de interdicción del incesto. Por lo que es necesario que para la constitución del sujeto se produzca la Metáfora Paterna, la sustitución de un significante por otro significante, quedando reprimido el significante sustituido, en este caso el significante del deseo de la madre, por el significante de la falta, significante del deseo. ¿Por qué de la falta? Porque el deseo se produce como deseo del deseo del otro; el niño en un principio más que sujeto está sujetado por el deseo de la madre, y aquella persona que nos cuida de repente muestra interés hacia otra cosa que no es él, y quiere ver hacia donde mira esta persona, cuál es su deseo, y así comienza el deseo humano, como deseo del deseo del otro. Este encuentro con el deseo del otro es constitutivo del sujeto, ya que siempre ocurre. Así vemos que el deseo no es deseo de un objeto, es deseo de esa falta que en el otro designa otro deseo. Se desean deseos no objetos. Y si la madre no se fuera en algún momento no la podríamos simbolizar, no aprendemos las cosas ni las palabras, en oposición a su contrario sino en ausencia. Precisamente es ese nudo entre lo Real, lo simbólico y lo imaginario lo que hace que se civilice el deseo. Las intervenciones del psicoanalista tienen que tender a terminar con el goce de la madre (hace un poco de función padre) para instalar la Metáfora Paterna, que nunca acaba de estar bien constituida en el ser humano, y es nuestra primera gran decepción, dolorosa, pero que nos abre al mundo deseante. La normalidad o anormalidad es producto de aceptar o no, esa decepción materna y paterna, y nadie la acepta perfectamente. En este sentido hay un sujeto que sólo termina de constituirse en análisis, y si logra esto ya no necesitará del síntoma que ocupa ese lugar digamos no constituido. En el fóbico, esa metáfora paterna no funciona bien, además suelen caracterizarse por tener un padre real más bien ausente, en el sentido de permisivo, que pone pocos límites. En este caso el sujeto crea la fobia para prevenirse de su deseo, de ese deseo incestuoso. Se produce la sustitución de un miedo a un peligro exterior, que debía de ser el padre, por un miedo a otro peligro exterior, el objeto fóbico. Que en definitiva es miedo a la castración que le previene de su deseo, es decir “si no dejas ese goce puedes ser castrado” así lo vive el niño, al ver que hay gente que tiene pene y otros no, no ven en un inicio que tienen otra cosa, sino que no tienen, ausencia de algo. La fobia ocupa el lugar del padre simbólico, de la metáfora paterna, que sería el que debería prevenirle de su deseo. Así el tratamiento de la fobia consistiría, no en quitarle el síntoma, porque fijaos que importante papel juega, está haciendo la labor que debería hacer la metáfora paterna, sino que consistiría en crear un padre simbólico, en ese sentido las intervenciones del psicoanalista para acabar con ese goce fálico, en que la metáfora paterna funcione en él, para que así ya no necesite del síntoma, de la fobia que ocupaba ese lugar. Los neuróticos no tienen problema con el padre real sino con el padre simbólico o bien con el imaginario, con la cuestión de ¿qué es un padre? El objeto fóbico tapona el afecto, por evitación, evito la angustia que me produce sentir eso, así el deseo queda prevenido, no salgo a la calle, no subo en avión, etc. En La histeria, en esa tentativa de reprimir algo intolerable para el Yo del sujeto, en el intento de olvidar, también se separa la representación del afecto, produciéndose aquí una disociación de la conciencia (porque esa representación viene de lo real hacia la conciencia), es decir se produce una transformación del afecto, convirtiéndolo en un síntoma somático, así cancela el afecto, es decir lo mantiene como insatisfecho y al anularlo, nada sabe de él, nada recuerda, nada pasó, de hecho con el síntoma calma la angustia. Es altamente deseante pero como deseo retenido, como defensa contra otro deseo, como defensa ante la posibilidad de la emergencia del deseo sexual, así se manifiesta la emergencia de ese deseo en ataques histéricos. Es decir en la histeria los motivos de la enfermedad sucumben al olvido, olvida la representación y el afecto ya no le afecta valga la redundancia, al llevarlo al cuerpo, deja de ser afecto, lo convierte en síntoma físico. Por eso que Freud las llamó “las bellas indiferentes” parece que nada las afecta, a menos que tengan el ataque. Inervándolo, cancelándolo lo mantiene como deseo insatisfecho, nada sabe ya de él, lo ha olvidado. Elneurótico obsesivo lo que hacen con el afecto es desplazarlo, enlazándolo a una representación falsa, en la fobia ya dijimos que era a un objeto Lo que consigue la obsesión eseternizar el afecto, no está enmarcado, así como la fobia lo enmarca en relación a un objeto, ésta lo desplaza a otra representación tolerable, lo desplaza de una idea a otra, y así lo mantiene como deseo imposible. De ahí lo absurdo de las obsesiones, porque nada tiene que ver ese afecto con esa representación, se obsesiona con los números Pej, con encender y apagar las luces muchas veces porque sino lo hace le entra angustia. Digamos ante el primer contacto con su deseo, sintió demasiado placer, por estar demasiado sexualizado lo reprime, y ahora se detiene ante el goce porque el goce le asusta “gozó demasiado”. Les asusta gozar, que les guste demasiado, por ello duda, “lo hago no lo hago”. Así erotiza el pensamiento está todo el día mascullando, pero no hace nada, porque su deseo se ha posicionado como deseo imposible, intentan permanentemente reprimirlo, por eso borra sus huellas de haber sido deseante, se lava las manos muchas veces, quita la piedra que puso, etc. Es por eso que mediante la contemplación calman su angustia. El pensamiento del obsesivo es infiel porque recuerda todos los goces. La histeria en cambio, en ese primer contacto con su deseo, gozó de menos. Su problemática también es con el padre y la muerte (el padre es el que trae la dimensión de la muerte) La metáfora paterna no termina de funcionar en el Neurótico Obsesivo. La respuesta a esa pregunta que decíamos que podía ser la neurosis es -ni ni-, ni esto ni lo otro, ni hombre ni mujer, es denegación de la mortalidad, y una manera de lidiar la pregunta y quedar suspendido en ella. Y la mortalidad es un límite y sin límites se imposibilita su deseo, se queda suspendido como un deseo imposible. De hecho saberse mortal, no es decir voy a morir, sino no dejar las cosas para mañana por ejemplo. Y acabo haciendo un alegato al psicoanálisis, “no le demos el poder a la neurosis, al síntoma, démoselo a la vida, tenemos esa posibilidad, solo requiere valentía y trabajo, una buena manera para ello es psicoanalizándose, psicoanalizando el deseo”. Y en ese mismo alegato al psicoanálisis, y a la palabra hablada y escrita, escribí un poema…
COMIENZA

Creo fielmente que la necesidad se desvanece en cuanto la valentía empieza a trabajar.

Recreo mi mano cual corazón inundado de valentía.

Atravieso mi miedo, que no está más que a un peldaño de mi fuerza.

El suave viento erosiona las esquirlas de los huesos que no hacían más que estorbar, impidiendo el movimiento.

Mis ojos se vuelven más azules, porque reciben el reflejo del océano, que efectivamente es hondo e inmenso, terrorífico y bello, navegable en un precioso velero junto a mi amante y un libro y temible ante la tempestad que el miedo de los hombres provoca.

Algo se puede, con eso es suficiente, por ahora...

Utiliza la palabra, déjala hablar, la verdad está contenida en ella.

Acompáñala con un poco de música, piano está bien... una bonita pluma cuya tinta sea acorde al color de tu sangre y comienza el camino.

El SÍNTOMA HABLA DE AQUELLO QUE EL SUJETO NO PUEDE PONER EN PALABRAS.

El síntoma por ser una formación del inconsciente, habla de una verdad del sujeto. Por esta razón no hay que taparlo, ahogarlo, hay que dejarlo hablar, ya que dice algo que el sujeto no puede poner en palabras, y que al no poder ser puesto en palabras, se manifiesta precisamente de esta manera, a través del síntoma. Entonces al síntoma también hay que escucharle, hay que ver que nos está diciendo, porque algo dice del sujeto que lo padece.

Si taponamos el síntoma, así no más, eso que nos está diciendo algo del sujeto, seguirá pugnando por expresarse, y muy posiblemente genere otro síntoma. Si tapamos un lugar, esa verdad, simplemente buscará otro lugar para expresarse.

Sería más interesante buscar el modo de que esa verdad, eso que habla del sujeto, ya no necesite del síntoma, de la enfermedad, para expresarse. Transformar la manera. Y comenzar a hablar, es una buena forma.

Marta Herráez, Psicoanalista.